domingo, 19 de mayo de 2013

PERFIL DEL NIÑO PARTICIPANTE EN EL IV CONGRESO MISIONERO GUATEMALTECO


Edad:
De 9 a 12 años.

Escolaridad:
De 3ro. a 6to. Primaria

Líder, dinámico, extrovertido, obediente, creativo, responsable y comprometido.

Hablar en público y saber seguir instrucciones.

Oración del IV Congreso Misionero Guatemalteco COMGUA IV

Jesús, fijos los ojos en Ti, comenzamos este camino de fe, esperanza y amor hacia nuestro Cuarto Congreso Misionero.

Señor, Tú eres nuestra inspiración, Tú nos irradias la alegría de ser discípulos y misioneros tuyos.

Enséñanos a ser como Tú, que eras noble, amable y ejemplar.

Que ibas sembrando amistad en todos y vivías la armonía entre vida y doctrina.

Ayúdanos a vivir y confesar nuestra fe en Ti.
Que nuestra relación con el Padre sea tan cercana como la tuya, y Él nos dé sabiduría y aliento para predicar su Reino a los hombres y mujeres de hoy que tanto lo necesitan.

Señor, ahora que nos sentimos enviados tuyos a esta hermosa y difícil misión, haz que aprendamos de Ti en las cosas grandes y pequeñas.

Que aprendamos Tu modo de comer y de beber, cómo te portabas cuando sentías hambre y sed, o cuando sentías cansancio tras las caminatas apostólicas.

Haz que aprendamos de Ti tu trato con los enfermos, con los pobres, con los hombres, con las mujeres, cómo mirabas a los jóvenes y cómo tratabas a los niños.

En tus manos ponemos nuestros trabajos y esperanzas de este Cuarto Congreso Misionero.

Danos la gracia que renueve nuestra vida para proceder conforme a tu Espíritu, y comencemos a realizar el Reino en Guatemala que Tú has soñado para nosotros.

Permítenos ser misioneros y humildes colaboradores tuyos en la obra de la Redención.

Pedimos a María, tu Madre Santísima, Reina de nuestra querida Guatemala, quien tanto contribuyó a plasmar y formar Tu modo de ser, que forme también en nosotros nuevos hijos e hijas de Dios y de la Iglesia, y que nuestra misión sea para tu mayor gloria y alabanza.

Amén!

domingo, 12 de mayo de 2013

RERUM NOVARUM
(Prensa Libre, edición del 11 de mayo de 2013).
Monseñor Gonzalo de Villa y Vásquez, S.J.
Obispo de la Diócesis de Sololá-Chimaltenango
Lo Fundamental
El derecho a la vida es el más importante, como el artículo 3 de la Constitución desarrolla.

Los primeros dos artículos de la Constitución Política de la República afirman cuál es el fin primario del Estado y cuáles son sus deberes fundamentales.

Son artículos conceptuales que después se desglosan en otra serie de artículos posteriores. Cuando en 1984 esa Constitución fue aprobada estábamos saliendo del cataclismo humano más grande ocurrido en el siglo XX: el conflicto armado interno y su cauda de víctimas, victimarios, encubridores, cómplices y simpatizantes
de las partes en conflicto.

La Constitución marcó un momento en que Guatemala, saliendo de una etapa horrenda y criminal que afectó a muchos más que a los actores directos, se quiso plantear un arrancar de nuevo como país, definiéndose como sociedad política en la que al Estado se le confiaba una función fundamental.

El artículo 1 nos plantea, y mantiene toda su vigencia, que el fin supremo del Estado es la realización del bien común. En los últimos 28 años esa afirmación sigue siendo el norte que marca la vocación del Estado y se vuelve también el parámetro desde el cual evaluar cuán lejos de esa meta los diferentes gobiernos, congresos y municipalidades han estado.

Recordar el bien común como fin supremo del Estado se constituye entonces en un constante mecanismo de verificación de lo que tenemos que hacer y de cuán lejos de alcanzarlo estamos en todos los niveles de gobierno.

Al Estado, la Constitución le asigna como deber el garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona.

Obviamente el derecho a la vida es el más importante, como el artículo 3 de la Constitución desarrolla. Defender el derecho a la vida en todos los sentidos es obligación primera del Estado. Es verdad que el Estado de Guatemala existe en una sociedad en que la violencia ha formado parte de códigos culturales que la hacen permisiva en determinadas circunstancias y momentos. Por eso defender la vida en Guatemala pasa por la construcción de una cultura de paz que es enormemente difícil de realizar, pero que es un reto impostergable.

Si es fundamental la defensa de la vida y la promoción de una vida digna ello es imposible sin libertad y sin justicia. La libertad personal acaba obviamente donde comienza la libertad de los demás porque el derecho a la libertad es universal, no solo para una parte de la población. La justicia es obviamente también el derecho a que el Estado, a quien la sociedad confía esa misión, administre justicia de manera pronta e imparcial.

Es obvio que las tareas asignadas al Estado desbordan con mucho las capacidades concretas del Estado para llevarlas adelante. Necesitamos por ello refrescar el sentido de que para qué existe el Estado y cuáles son sus principales responsabilidades, pero necesitamos también entender que cuanto más débil sea el Estado más difícil será que los conflictos presentes en nuestra sociedad encuentren cómo ser enfrentados de una manera que desmonte conflictos de una manera justa.