domingo, 24 de marzo de 2013

El Papa Francisco


RERUM NOVARUM
MONSEÑOR GONZALO DE VILLA Y VÁSQUEZ, S.J.
Obispo de Sololá-Chimaltenango
(Prensa Libre, edición 23-marzo-2013)

Si fue sorpresa el elegido, también
fue sorpresa el nombre que escogió.

En la Iglesia Católica, la elección
de un nuevo Papa significa un momento
particularmente importante en la vida
de la Iglesia universal.

Hasta ahora, con alguna muy antigua excepción,
se elegía un nuevo papa después de la muerte
de su antecesor.

En esta ocasión el cónclave para elección
del nuevo papa se reunió tras la renuncia del Papa
Benedicto XVI, quien, cargado de años,
consideró con total honestidad que le
faltaban las fuerzas para seguir ejerciendo
su ministerio.

Las quinielas de los días previos al cónclave mostraron
que el cardenal que fue elegido no
aparecía como uno de los favoritos o de
los más mencionados.

Si fue sorpresa el elegido, también
fue sorpresa el nombre que escogió:
Francisco.

Su estilo y su personalidad marcan novedades y
generan simpatías, aunque seguramente
también alguna suspicacia.

Para el mundo, fuera de Argentina,
su nombre era poco conocido.

Para los cardenales, sin embargo,
sí era conocido, y prueba de ello
es que resultó elegido en el segundo día
del cónclave.

En el plano personal puedo
contar que lo conocí el año
pasado en Buenos Aires.

Estuve unos 15 minutos con él, y
en ese breve espacio de tiempo
pude apreciar su calidad humana,
su simpatía personal y
su profundidad espiritual.

Un elemento interesante es
que desde el primer momento
está haciendo énfasis en su
condición de obispo de Roma,
haciéndonos sentir a todos que
siente y quiere a Roma como
su diócesis y que es desde ella
que preside en la caridad al resto de
iglesias particulares en comunión
con el sucesor de Pedro.

Su cercanía personal, sus
rupturas del protocolo, su énfasis
en la dimensión evangelizadora
de la Iglesia, su simpatía personal,
son elementos que resultan refrescantes
y que muestran también muy a las claras en qué
continente nació.

La insistencia en la misericordia, en el
presentar a un Jesús que es
misericordioso, que se acerca,
como tantas veces vemos en el evangelio,
a las personas en situación de
necesidad para entrar en relación personal
con ellas y para anunciarles la
buena noticia en sus vidas y para sus
vidas es algo muy vitalmente sentido
en el papa Francisco.

Por ello no es sorprendente que esa dimensión sea
algo que practica y que predica de
manera muy existencial.

El nombre de Francisco, que hasta
ahora ningún papa había escogido para
sí, constituye en su caso una elección
que muestra una identificación muy
profunda con uno de los santos más
queridos y populares, dentro y fuera de
la Iglesia católica.

Es vivenciar al santo de la dama pobreza,
del amor a la naturaleza, de hombre
que ama la paz y quiere hacer hasta
lo imposible para que haya paz.

Pero es sobre todo recordar
al santo que quiso llevar el
seguimiento y la imitación de Cristo
con total radicalidad y con alegría profunda.

Pido a Dios que bendiga al papa
Francisco y que le dé ánimo generoso y
firme para timonear la barca de Pedro
en los próximos años.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario